Muchas veces hemos vivido esa inmensidad catastrófica de querer arrastrarnos para toda la vida, de no querer levantarnos más de la cama. Estar dispuestos a convertirnos en bicharracos extraños como le paso a Gregorio Samsa en otro mundo.
Hoy fui yo la que despertó así, y no quise nada.
Entonces sentí que le gritaban al perro, que él se escondía y que el volumen de esa voz seguía subiendo. Agudo, tan agudo que molestaba al alma.
Y quise hundirme en vacios existenciales y sentirlos tan a concho que hasta respirar fuera como si nada.
Sabía que esto tenía que pasar, lo sabía porque la fecha era mi condena y hoy era el día.
Mi mente era un fluir de pensamientos, la angustia me brotaba por todos los poros, los ojos creo que no los abría. Y ahí estaba: La inquietud y yo. Unidas como dos amantes que se odian: Una relación tormentosa.
Me di vueltas y vueltas hasta crear un capullo con la sucia sabana, entonces decidí el suspiro que me llevaría a la reflexión. Desde esa oscuridad he comenzado invernar.
lunes, 19 de mayo de 2008
domingo, 18 de mayo de 2008
sábado, 17 de mayo de 2008
Doble filo.
Me ha comenzado a molestar esto de no poder caerme en verdades absolutas
las aguas son otras
y ya no estoy tan segura de que las historias sin fin no existen
porque la cinta ya no me alcanza
y en ocasiones me conviene que sea así:
limitada.
las aguas son otras
y ya no estoy tan segura de que las historias sin fin no existen
porque la cinta ya no me alcanza
y en ocasiones me conviene que sea así:
limitada.
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