sábado, 12 de enero de 2008


Digamos que es la madre la que nos acoge en su cuerpo para mutuamente mantenernos en equilibrio.
No somo propietarios de su ser, sino que simples inquilinos, seres en transición con la obligación de cuidarla para las generaciones que han de sucedernos.
Es sabido por todos que la hemos herido, pero aun estamos a tiempo de darle un abrazo de paz.
Seamos visionarios y dejemos de pensar solamente en las necesidades humanas.



Debemos asumir un perdón, un compromiso y un respeto hacia ella

2 comentarios:

Alejandro Wasiliew dijo...

Cambiar es la única opción de aquí en adelante. No creo que seamos inquilinos, menos dueños. Simplemente somos parte. Estamos y en verdad no estamos. Venimos y pasamos, la medida es a corde con nuestro pequeño tamaño; quizás la tierra también pasará, pero la ley, las proporciones deben ser respetadas. Ya no queda más.

J.Lonuz dijo...

Ay, otcho.

Me siento en otra época y tus palabras me ayudan a caer en una estado de nostalgia primitiva, y aunque suene raro, dsfruto recordando lo que alguna vez sufrí.

Un abraso de rocío playero.